CANAL ENERGÉTICO INTEROCEÁNICO
LA RUTA DE LOS MONOLITOS
CONOCIMIENTO ANCESTRAL ANDINO
QUITO-ECUADOR
CENTRO ENERGÉTICO A NIVEL MUNDIAL
CENTRO ENERGÉTICO A NIVEL MUNDIAL
La famosa ley de las correspondencias está presente en todas las manifestaciones culturales que por herencia cosmológica se conectan una con otra independientemente de las distancias de tiempo y de espacio. La geografía aplica una configuración interesante que es notable palpar cómo, nuestra grandiosa tierra (planeta tierra, madre Gaia), configura sus enlaces energéticos en las distintas eras que están marcadas por los fractales de tiempo que nos demandan otro tipo de estudio e interés por cómo se desarrollaron las comunidades antiguas.
Todos los puntos de mayor carga energética han sido de una u otra manera vislumbrados e identificados por todos los ancestros de las distintas razas y culturas, que han podido dejar un mapa, una seña de que efectivamente lo sabían; y no solo eso, incluso tenían el conocimiento de cómo utilizar a favor de una comunidad tal o cual vórtice, punto o cruce enrgético que conlleva a la aportación de un especial "desarrollo" en ese sitio geográfico, marcado, y que además puede proyectarse en un radio tan amplio como su vibración fuente lo permita.
Veamos, por ejemplo, en el caso de los Caballeros del medioevo, aquellos guardianes del Grial, lograron condensar en una sola metodología mística y esotérica, toda la ciencia de todas las comunidades conocidas en ese entonces, que se remotan incluso a la era de los gigantes, aquellos que abundan en mitos y leyendas de razas que la historia convencional ya ha perdido el rastro, pero que sobreviven en ciertas tradiciones originales que guardan la única y sola "tradición perenne" que habla de estos seres provenientes de razas propias pero en una época en que, por fenómenos astrológicos, los seres eras descomunales de estatura. De estas tradiciones abundan en el mundo entero, en nuestra patria el Ecuador, las hay a "millares surgir" en localidades de todas las zonas: costera, sierra y oriente.
Gigantes que vinieron de las tierras lejanas, que se acentaron y que desarrollaron su cultura, gigantes que no se diferencian de los narrados en la Biblia, en las tablas de Sumeria, en las distinas tradiciones a nivel mundial. Gigantes que asombraron a aquellos que dieron vida a Thor, Odín, los hijos de Dios, los Ángeles caídos, los gigantes encontrados en la Cueva de los Tayos ecuador; etc, etc.
Esto nos recuerda con fuerza a las tradiciones que defienden la tesis de la herencia Atlante, que aseguran que Thot (podría ser el mismo que Abraham caldeo y/o Hermes egipcio), dejó establecida en todas las tierras que ubicó como semillas de las nuevas comunidades para la nueva era, toda la cosmovisión que a nivel científico habían ellos desarrollado.
En definitiva, todas estas huellas fueron seguidas por los caballeros del medioevo, logrando consolidar un solo sistema de conocimiento astronómico sin precedentes. Tal es así, que la prueba de esto es precisamente la construcción de las catedrales, mega construcciones que para la época marcó
el nuevo rumbo de las cofradías de los picapedreros, hermandades dispuestas a aprender del arte de la construcción, sí; pero, dentro de ese arte hay algo más, y es el conocimiento de la magia telúrica. En principio, el trazado de bases cuyas geometrías usan las proporciones doradas del universo, encierran un espacio determinado para ser "animado" con factores circundantes tales como la música (he ahí los famosos cánticos gregorianos, y el salmoniado de mamtrams), los olores (el uso de aromas en inciensos por ejemplo), estimuladores visuales como los mandalas (arte en vitrales);
y la combinación de todos estos elementos provocaban un espacio "cuántico" al que se puede acceder con práctica y conocimiento de las artes mágicas.
Sin embargo, la fuente de extracción energética, la "mina" por así decirlo, era el propio sitio geográfico donde se realizó la construcción (Las escuelas iniciáticas conocen perfectamente las artes de la Geomancia y Geobiología). Para esto, había que tener un conocimiento previo par saber donde realizar la "acupuntura" del suelo y con exactitud alimentarse de esa fuerte carga cuya energía aporta vibraciones de altísima calidad lumínica.
Con este conocimiento y esta práctica, evidenciaron las increíbles similitudes que poseen distintas comunidades separadas considerablemente por la distancia; tal es el caso, y como ejemplo, las pertenecientes a los Dogon en África, a los Hopi en América del norte, a los Celtas con su magia druida, y cómo no, a los ancestros de las comunidades andinas pre incaicas. Etc, etc.
Todas ellas portadoras de la TRADICIÓN PRIMORDIAL.
Pues bien, para centrarnos en el objetivo de este trabajo, se mencionará que las comunidades antiguas, ancestrales e incluso remotas para los andinos pre incaicos; conocían perfectamente el uso de esta ciencia en la que el número dorado o proporción áurea jugó siempre un papel crucial para el cálculo astronómico y geográfico.
Esta acupuntura como la hemos llamado, ha servido siempre para revivir los canales de afluencia energética que por consecuencia misma los genios antiguos supieron aprovecharla al máximo.
Tal es así, que nuestra ciudad de Quito (llena de una riqueza cultural, astronómica y energética) es una mina de sabiduría ancestral. "La carita de Dios" como fué nominada por la Unesco al declararla patrimonio cultural de la humanidad, posee en sus entrañas tesoros inconmensurables de conocimiento y visión cosmogónica de un pueblo que nos dejó marcas para que aprendamos a trazar esa ruta, a realizar esa "acupuntura" que permite reactivar un canal de "Fuerza Vital".
Para entender esto de mejor manera, hay que recurrir a la tradición esotércia orientalista que luego se aclaró en occidente, en donde enseña que todo cuerpo físico posee un doble energético, que es como la sombra que lo acompaña pero cuya finalidad es la de procesar la energía que necesita el cuerpo físico para su normal actividad. Este cuerpo energético o doble, se le conoce como el "Cuerpo Vital", que para los teósofos es un espectro que va más allá de la simple áurea que tanto nos retumban algunas latitudes científicas.
Toda estructura, conexión de afluencias energéticas que forman un asentamiento, se convierte en un "cuerpo" estructuralmente trabajable, y por ende posee su doble energético que procesa la fuerza vital.
En el caso de Quito, es especialmente conmovedor notar el método implementado, la ciudad que creció sin una correcta planificación urbana, y que en el camino se fué acomodando y corrigiendo como le fue posible, posee intacto su canal medular, su hilo energético, y hasta se logró evidenciar la ruta de esta vena, de esta arteria con trascendencia planetaria.
Todas ellas portadoras de la TRADICIÓN PRIMORDIAL.
Pues bien, para centrarnos en el objetivo de este trabajo, se mencionará que las comunidades antiguas, ancestrales e incluso remotas para los andinos pre incaicos; conocían perfectamente el uso de esta ciencia en la que el número dorado o proporción áurea jugó siempre un papel crucial para el cálculo astronómico y geográfico.
Esta acupuntura como la hemos llamado, ha servido siempre para revivir los canales de afluencia energética que por consecuencia misma los genios antiguos supieron aprovecharla al máximo.
Tal es así, que nuestra ciudad de Quito (llena de una riqueza cultural, astronómica y energética) es una mina de sabiduría ancestral. "La carita de Dios" como fué nominada por la Unesco al declararla patrimonio cultural de la humanidad, posee en sus entrañas tesoros inconmensurables de conocimiento y visión cosmogónica de un pueblo que nos dejó marcas para que aprendamos a trazar esa ruta, a realizar esa "acupuntura" que permite reactivar un canal de "Fuerza Vital".
Para entender esto de mejor manera, hay que recurrir a la tradición esotércia orientalista que luego se aclaró en occidente, en donde enseña que todo cuerpo físico posee un doble energético, que es como la sombra que lo acompaña pero cuya finalidad es la de procesar la energía que necesita el cuerpo físico para su normal actividad. Este cuerpo energético o doble, se le conoce como el "Cuerpo Vital", que para los teósofos es un espectro que va más allá de la simple áurea que tanto nos retumban algunas latitudes científicas.
Toda estructura, conexión de afluencias energéticas que forman un asentamiento, se convierte en un "cuerpo" estructuralmente trabajable, y por ende posee su doble energético que procesa la fuerza vital.
En el caso de Quito, es especialmente conmovedor notar el método implementado, la ciudad que creció sin una correcta planificación urbana, y que en el camino se fué acomodando y corrigiendo como le fue posible, posee intacto su canal medular, su hilo energético, y hasta se logró evidenciar la ruta de esta vena, de esta arteria con trascendencia planetaria.
Con esta pequeña introducción, deseo participar en este sitio un trabajo completo realizado por Mario Vásconez, investigador y escritor acerca de este fenómeno increíble:
.´. .´. .´.
POR MARIO VÁSCONEZ:
"La ruta de los monolitos”
Como ya he
relatado en enero de 2007, Alfonso Ortiz Crespo me pidió que hiciera la
presentación de la obra “Damero”: un magnifico libro sobre los planos de
Quito que había publicado el FONSAL. Por supuesto acepté y preparé un
texto titulado “Tras el damero: hierofanía, planos y tesoros”.
En la
intervención que hice en aquella oportunidad, entre otras cosas mencioné
algo sobre unos mapas anteriores al damero que estaban todavía por
dibujarse.
Uno de ellos
tiene que ver con el hecho de que Quito alberga un conjunto de espacios
con importancia simbólica o religiosa en los tiempos que corren, pero
que, en otras épocas fueron también espiritualmente importantes para
nuestros ancestros: los parques de Chillogallo, Santa Anita, la
Magdalena, el Panecillo, nuestra plaza mayor, el parque Matovelle de San
Juan (detrás de la Basílica) y varios otros más. Si se ubican esos
puntos en un mapa y luego se los une de forma sucesiva, se puede
descubrir que están todos en una línea recta. Esta línea para los
entendidos, corresponde a una suerte de columna vertebral, de eje
energético de la ciudad entera. Esa línea no corre exactamente de norte a
sur, tiene más bien una orientación algo transversal, noreste-suroeste.
Este eje energético corresponde a la calle de las Siete Cruces, actual García Moreno.
La calle Bolívar que une la plaza de Santo Domingo con la de San Francisco, atraviesa de forma perpendicular a este eje, marcando una cruz grande. Se dice que el damero español se acopló a ese trazado que correspondería a la Cruz del Sur expresada en el suelo. La hierofanía (volvemos a ese tema) es la manifestación de una realidad trascendente en una realidad terrena; la expresión de lo sagrado en objetos profanos, la Cruz del Sur, sagrada, bien pudo reproducirse en nuestro territorio, para implantar y vincular templos y aposentos por medio de una calzada, en épocas prehispánicas.
La calle Bolívar que une la plaza de Santo Domingo con la de San Francisco, atraviesa de forma perpendicular a este eje, marcando una cruz grande. Se dice que el damero español se acopló a ese trazado que correspondería a la Cruz del Sur expresada en el suelo. La hierofanía (volvemos a ese tema) es la manifestación de una realidad trascendente en una realidad terrena; la expresión de lo sagrado en objetos profanos, la Cruz del Sur, sagrada, bien pudo reproducirse en nuestro territorio, para implantar y vincular templos y aposentos por medio de una calzada, en épocas prehispánicas.
El uso de esa
calzada para iniciar el damero habría originado nuestra actual traza
urbana. hierofanías sobrepuestas, mestizas, tan nuestras y a la vez, tan
universales.
¿Cómo me enteré de ese eje energético?
Un par de
años antes, salíamos una tarde con Diego Carrión de una reunión a la que
nos invitó el ILDIS en una hostería en el valle de Los Chillos y en el
parqueadero, a punto de tomar nuestros vehículos, charlamos de varios
temas. En ese sitio Diego me comentó de una experiencia bastante
singular.
No se donde,
creo que en Brasil había conocido las referencias de un artista
esloveno, escultor, escritor y sobre todo especialista en una rara
ciencia que yo ni siquiera había oído mencionar: la litopuntura.
Parece
que a más de sus habilidades artísticas tallando y esculpiendo bellas
estelas en diversos tipos de piedra, había desarrollado otros saberes:
hace una suerte de acupuntura a la tierra, a los parques, a los diversos
territorios, a las ciudades, a los países, al planeta…
Claro, para
esa tarea no usa agujas como las de la acupuntura humana, usa grandes
monolitos de piedra, de allí el nombre litopuntura. Parece que comenzó
su trabajo en su Eslovenia natal, pero luego se hizo conocer en varios
otros países de Europa y llegó a Brasil, en donde fue contratado para
hacer litopuntura en varios parques que habían tenido un evidente
deterioro en cuanto al tipo de actividades que albergaban y al tipo de
gente que los frecuentaba. Habían dejado de ser espacios amables para
las familias, los niños y los adultos y se habían convertido en refugio
de maleantes y de todo tipo de viciosos.
El
escultor (quien se llama Marko Pogačnik, según me enteré mas tarde)
clavó allí sus monolitos -hizo acupuntura a aquellos parques- y la cosa
comenzó a mejorar.
El artista
presentó una propuesta y el Municipio decidió invitar al artista a Quito
para que pudiera realizar un conjunto de esculturas en varios parques
de la ciudad y si de paso, podía realizar un diagnóstico de las
“energías” presentes en los espacios públicos, no se descartó que
pudiera sugerir alguna intervención para corregir las “malas vibras” y
aportar desde su conocimiento a mejorar la convivencia y la salud vital
de los parques de la ciudad.
Diego me
contó que una noche fue a recibir a Pogačnik al aeropuerto; le llevó a
descansar y a la mañana siguiente lo condujo al centro de la ciudad a la
oficina de Planificación y Gestión del Territorio que él dirigía. El
escultor nunca había estado en Quito, al llegar a la oficina de Diego,
pidió un plano de la ciudad… lo colocó sobre una mesa y sin mediar
explicación alguna, cerró los ojos y con los brazos extendidos hacia
adelante, con las palmas de las manos hacia abajo, comenzó a
desplazarlas sobre el mapa…
Según cuenta Diego, este hombre tan especial “sentía algo en el mapa”, marcaba con un lápiz un pequeño círculo y seguía su recorrido con las manos, sintiendo la energía de la ciudad.
En la información de Quito-Turismo, se reseña que “Marko Pogačnik ha reflexionado sobre la idea del planeta tierra como un ser vivo. En la década de los ochenta, el escultor esloveno desarrolló la litopuntura, un sistema de curación para la tierra, similar al de la acupuntura… Pogačnik procura corregir los desajustes en la circulación de la energía en un espacio físico y mejorar el intercambio energético de ese espacio con su entorno”.
Según cuenta Diego, este hombre tan especial “sentía algo en el mapa”, marcaba con un lápiz un pequeño círculo y seguía su recorrido con las manos, sintiendo la energía de la ciudad.
Luego de varios minutos terminó este singular procedimiento y abrió los ojos para contemplar el resultado.
Diego que es
un tipo totalmente objetivo y terrenal, que no se deja influenciar con
las cosas esotéricas, estaba perplejo y admirado. Todos los círculos
trazados por Pogačnik en el plano coincidían con espacios verdes de la
ciudad.
Era increíble
pero esos círculos coincidían con los parques de: Chillogallo, Santa
Anita, La Magdalena, El Panecillo, la Plaza de la Independencia,
Matovelle, la Circasiana, la Carolina y el del Heraldo.
Lo
impresionante de este asunto era que, como ya mencioné al inicio de
este relato, si se unían eso círculos de norte a sur: todos,
absolutamente todos, coincidían en una línea recta.
De
acuerdo a Pogačnik, esa línea sería el “eje energético” de la ciudad…
Ese eje, a su vez, sería la prolongación de un eje mayor, que atraviesa
el Ecuador desde el Caribe hacía el Pacífico, uno de los “ejes
energéticos” del globo terráqueo… (Diego me ofreció enviar unos apuntes
que le había mandado el escultor sobre estos temas).
En
el Ecuador ese canal energético atraviesa de noreste a suroeste: las
pirámides de la Hacienda Zuleta, el volcán Imbabura, las Pirámides de
Cochasquí, la ciudad de Quito, el Atacazo, la Maná y la ciudad de
Guayaquil.
Días después, cumplió el ofrecimiento y me mandó unos esquemas en blanco y negro realmente fascinantes.
La ciudad de
Quito es atravesada por un canal energético interoceánico
Atlántico-Pacífico que sería una especie de línea divisoria del campo
energético sudamericano y el de América Central.
Perpendicular
a este canal transoceánico, otro eje sureste-noroeste, une el sistema
del agua de la amazonía, con la cuenca del Pacífico. Pasando por el
Ilaló, la ciudad de Quito y el río Guayllabamba.
La historia
me pareció extraordinaria, lo primero que hice al llegar a la oficina
fue buscar un plano de Quito y trazar con marcador la ubicación de esos
puntos y unirlos con una línea para verificar si era cierto eso de que
“todos” coincidían en una misma recta.
¡Sorprendente, así era!
Usé para el
efecto, un plano que teníamos expuesto en nuestra sala de reuniones,
elaborado por nuestro colega Rodrigo Barreto, cuando hizo un estudio
sobre los riesgos de flujos de ceniza en el caso de una eventual
erupción del Pichincha. Tracé con marcador verde los puntos y la línea y
pude comprobar que desde Chillogallo hasta más allá de la Carolina
todos los parques mencionados encajaban en una misma recta. Descubrí
por otro lado, que el eje pasaba también por el parque de Santa Clara
de San Millán (posiblemente este lugar se le escapó al artista).
Diego contó que Pogačnik había señalado además de esos parques, dos lugares adicionales en el plano: uno que coincidía con el Parque Itchimbía y otro con el actual Parque Lineal en el sector de El Sena, a la altura del puente que permite el paso de la avenida Maldonado sobre el río Machángara.
Diego contó que Pogačnik había señalado además de esos parques, dos lugares adicionales en el plano: uno que coincidía con el Parque Itchimbía y otro con el actual Parque Lineal en el sector de El Sena, a la altura del puente que permite el paso de la avenida Maldonado sobre el río Machángara.
Al
dibujar esos sitios en el plano, descubrí otra cosa fantástica; si se
une el punto del Parque Matovelle con el del Itchimbía y éste con el del
Panecillo, se obtiene un triángulo rectángulo. La bisectriz del ángulo
cuyo vértice se superpone con el monolito del Itchimbía coincide
exactamente con el sentido este-oeste del recorrido del sol en el
equinoccio y atraviesa la Plaza Grande y la iglesia de San Francisco,
donde se dice que estuvo el “Inca Huasi” o palacio de Huayna-Cápac en el
período Inca y el “Shili-Bullu” o palacio del Señor en la época
Quitu-Cara.
¡Sorprendente, también!
En la página Web de la Corporación Metropolitana de Turismo de Quito se menciona que el artista esloveno “trazó
en la ciudad el paso del canal energético del que antes hablábamos,
colocando 11 monolitos o esculturas de piedra a lo largo de 11 centros
de fuerza. Hay varias evidencias históricas de que las culturas
indígenas conocían ese canal, ya que algunos de sus sitios más sagrados
están alineados con el canal energético”.
En la información de Quito-Turismo, se reseña que “Marko Pogačnik ha reflexionado sobre la idea del planeta tierra como un ser vivo. En la década de los ochenta, el escultor esloveno desarrolló la litopuntura, un sistema de curación para la tierra, similar al de la acupuntura… Pogačnik procura corregir los desajustes en la circulación de la energía en un espacio físico y mejorar el intercambio energético de ese espacio con su entorno”.
El escultor
planteó recuperar y corregir la energía de la ciudad por medio de la
litopuntura. Esculpió once monolitos de piedra, cada uno con su propia
simbología y los fue implantando sucesivamente en los parques
mencionados. El conjunto escultórico fue trabajado a mano, durante
varios meses, en piedra originaria del volcán Pichincha.
Sólo
en la Plaza Grande sustituyó el monolito por una placa de bronce
grabada con el sol andino, la máscara del sol de la cultura costera
Tolita, que simboliza al jaguar, el poder del Sol en la Tierra. La placa
está empotrada detrás del monumento a la Independencia, en el Centro
Histórico de Quito. Según la teoría de PogacniK este punto geográfico
captura la energía vital y la transmite, la irradia en todas
direcciones.
En un
atractivo folleto, editado por la Corporación Metropolitana de Turismo
de Quito, se describen todas y cada una de las esculturas, acompañadas
de un pequeño mapa y una fotografía del parque en las que se las
implantó.
Esa
información de complementa con un plano general de la ciudad para poder
ubicar todas estas esculturas en un recorrido llamado “la ruta de los
monolitos”.
El plano del que yo hablaba al inicio de este relato que estaba aun “por dibujarse”; ya fue dibujado, diagramado e impreso.
Quiteños y
foráneos tenemos la oportunidad de usar aquel folleto para enterarnos de
esta extraordinaria y poco conocida información, recorrer el eje
energético de la ciudad y admirar la obra de Marko Pogačnik, este
fantástico artista esloveno que nos ha ayudado a re-descubrir cosas que
nuestros ancestros conocían y respetaban.
La hierofanía
(volvemos a ese tema) es la manifestación de una realidad trascendente
en una realidad terrena; la expresión de lo sagrado en objetos profanos.
El “eje
energético” de nuestro ciudad, puesto en evidencia por un esloveno, en
un plano de información turística; hierofanía sobrepuesta, nuestra y
universal a la vez.
¿Cosas de la globalización?, ¿del cambio de era? o ¿del calentamiento global?... ¿quién sabe?... ya nada es igual…
.´. .´. .´.
Quito, ciudad de las mil leyendas, siempre será un punto energético clave que poco a poco se le entiende de mejor manera en su papel protagónico que posee a nivel cósmico y universal.
Adjunto estos videos de Youtube, como herramientas complementarias.
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